Shabat, 29 Junio, 2024
Tras la muerte del Rey Salomón en el 797 AEC, Jeroboam ben Nebat, un miembro de la tribu de Efraim, incitó a diez de las doce tribus de Israel a rebelarse contra el hijo y heredero de Salomón, Rehoboam. La Tierra Santa se dividió en dos reinos: el “Reino de Israel” en el norte, con Jeroboam como rey y la ciudad de Samaria como capital; y el sureño “Reino de Judá” con capital en Jerusalén, donde Rehoboam reinaba sobre las dos tribus (Judá y Benjamín) que permanecieron leales a la casa real de David. Sin embargo el centro espiritual de la tierra siguió siendo Jerusalén, donde el Santo Templo construido por Salomón se erguía, y donde todos los judíos estaban obligados a hacer una peregrinación tres veces al año en las festividades de Pesaj, Shavuot y Sucot. Viendo esto como una amenaza a su reinado, Jeroboam estableció el 23 de Sivan de ese año, bloqueos para evitar que el pueblo peregrinara a Jerusalén, introduciendo a cambio el culto a dos ídolos en la forma de becerros de oro, a los que ubicó en las fronteras norte y sur de su reino.
Las barricadas permanecieron en el lugar durante 223 años, hasta que Hosea ben Ela, el último rey del Reino del Norte, las quitó el 15 de Av del 574 AEC. Para entonces. Para entonces las diez tribus que residían ahí ya habían sido expulsadas de la tierra en una serie de invasiones por parte de varios reyes asirios y babilonios. La última ocurrió en el 556 AEC, cuando Shalmanessar de Asiria conquistó completamente el Reino de Israel, destruyó su capital, exilio a los últimos israelitas que vivían ahí, y repobló la tierra con pueblos extranjeros de Kutha y Babilonia. Esos pueblos —posteriormente conocidos como los “Samaritanos” —adoptaron una forma de judaísmo como religión, pero nunca fueron aceptados por el pueblo judío; subsecuentemente construyeron su propio templo en el Monte Guerizim y se convirtieron en enemigos furiosos de los judíos. De las Tribus Perdidas de Israel” nunca más se tuvo noticias, y esperamos la llegada del Mashíaj para que sean reunidas con el pueblo judío.
Aun después que Haman fuera ahorcado el 17 de Nisan del 357 AEC, su malvado decreto de “destruir, matar y aniquilar a todos los judíos, desde jóvenes a ancianos, bebés y mujeres, en un día, el 13 del mes 12 (Adar)” siguió vigente. La Reina Ester rogó al Rey Ajashverosh que anulara el decreto, pero Ajashverosh insistió en que “un escrito que ha sido redactado en nombre del rey, y sellado con el sello real, no puede ser anulado”. En cambio sugirió a Ester y Mordejai que “escribieran, con respecto a los judíos, si les pace, y sellado con el sello real”. El 23 de Sivan, Mordejai redactó un decreto real dando permiso a los judíos para defenderse y matar a todos los que se levantaran contra ellos para matarlos, y lo despachó a las 127 provincias del imperio de Ajashverosh (Libro de Ester, capítulo 8).