Nuestra conquista física de las siete naciones que ocupaban la Tierra de Israel alude a nuestra conquista espiritual de las siete emociones del alma humana/animal. Los dos obstáculos mayores para esta conquista son la “cabeza” y el “brazo”.
La “cabeza” es el bloqueo mental que resulta de calcular las probabilidades de lograr el éxito en el marco de la cultura materialista dominante. En soledad, y enfrentado a los grandes recursos que domina la sociedad materialista, el judío tiene la tentación de rendirse sin siquiera comenzar la lucha. El “brazo” representa los recursos físicos que se encuentran a nuestra disposición. Hemos trabajado duro para ganarnos esos recursos, y por ello somos reticentes a gastarlos en búsquedas espirituales cuyos beneficios materiales no son para nada evidentes.
Debemos negar la validez de ambas actitudes a un mismo tiempo,“de un golpe”.1
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