Cuando Esaú se acercó, Jacob presentó a su familia y luego se inclinó él mismo ante Esaú. Esaú quedó conmovido por el regalo de Jacob y sus muestras de sentimiento de hermandad, y lo besó.
La Rectificación de Esaú
וַיִּשְׁתַּחוּ אַרְצָה שֶׁבַע פְּעָמִים עַד גִּשְׁתּוֹ עַד אָחִיו: (בראשית לג:ג)
[Jacob] se postró siete veces a medida que se acercaba a su hermano. Genesis 33:3

Jacob reconoció aquellas cualidades de Esaú que eran superiores a las propias, y entendió que para poder llevar al mundo a su destino final, era necesario combinar las fortalezas de Esaú con las suyas. Al mismo tiempo, Jacob entendió que él (y no Esaú), tendría que ser el que supervise esta síntesis para que funcione. Debido a su fiel devoción al estudio de la Torá, Jacob era quien poseía la amplitud de visión y conocimiento de la voluntad de Di-s necesaria para controlar el poder bruto y salvaje de Esaú. Jacob tuvo la esperanza de poder impresionar a Esaú lo suficiente como para que se someta a su liderazgo apaciguándolo con un regalo abundante, reconociendo sus fortalezas superiores, e informándole que se había mostrado capaz de criar una familia justa, superando al astuto Labán, y acumulando una fortuna importante.

Cuando se volvió claro que Esaú no estaba dispuesto a cooperar, Jacob comprendió que el control de las fuerzas de Esaú implicaría un proceso largo y dificultoso. La unión de la fuerza superior de Esaú con la sabiduría de Jacob será la característica definitoria del futuro Mesiánico, y es por lo tanto la clave para iniciarlo. De hecho, nuestra devoción eterna a la Torá y sus mandamientos desde la época de Jacob ha refinado en gran parte el poder de Esaú, y estamos ahora en el umbral de la Redención Mesiánica final.1