Luego de haber llegado a salvo a Hebrón, Jacob asumió el manto del liderazgo. José compartió sus dos sueños con la familia, uno en el cual las gavillas de sus hermanos se inclinaban hacia la suya, y un segundo en el que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante él. Los hermanos de José tomaron esta muestra descarada de arrogancia como evidencia de que José era de hecho el heredero espiritual egoísta de Esaú más que de Jacob. Jacob, sin embargo, aprobó los sueños de José, dado que él mismo ya lo había visto como su sucesor.
La Necesidad de Mentores Espirituales
וַיֹּאמֶר אֲלֵיהֶם שִׁמְעוּ נָא הַחֲלוֹם הַזֶּה אֲשֶׁר חָלָמְתִּי: (בראשית לז:ו)
[José] les dijo [a sus hermanos], “Por favor, escuchen este sueño que tuve.” Genesis 37:6

Los dos sueños de José parecen transmitir la misma idea. La razón de la aparente repetición es que simbolizan dos etapas distintas en la relación de cada generación con sus líderes.

Las gavillas de trigo están hechas de tallos individuales, que crecen separadamente uno del otro, cada uno en su propio canal. Unirlos en gavillas simboliza nuestra primera tarea en la vida: reunir todas nuestras capacidades y talentos y unificarlos en el trabajo de santidad. Una vez que nos hemos convertido en una “gavilla”, necesitamos buscar la guia y la inspiración de un “José”, un líder espiritual.

A medida que maduramos espiritualmente, alcanzamos un nivel más alto: habiéndonos elevado por encima de la conciencia mundana, recuperamos nuestra conciencia celestial original del alma y brillamos como una “estrella”. Pero aun en este nivel, no debemos confiarnos en nuestros propios logros por inspiración, porque esto puede llevar al estancamiento y la complacencia. Sino, que debemos continuar dirigiéndonos a nuestro “José”, es decir nuestro mentor espiritual, para más ideas e inspiración.1