Judá convenció a sus hermanos de vender a José como esclavo. Entonces ellos enviaron la túnica de José, manchada con sangre de cabra, a Jacob. Jacob hizo duelo por José desconsoladamente. Los hermanos se distanciaron de Judá por no haber insistido en devolver José a Jacob. Judá dejó Hebrón, se casó y tuvo tres hijos. Casó a su hijo mayor con Tamar, quien estaba ansiosa de tener descendientes de Judá. Cuando murió el hijo mayor de Judá, casó a su segundo hijo con ella; cuando el segundo hijo también murió, Judá temió casar a su tercer hijo con ella. Tamar se disfrazó de prostituta para engañar a Judá y tener hijos con el.
El Propósito del Mal
וַיִּקְרָא שְׁמוֹ פָּרֶץ: (בראשית לח:כט)
[Judá] lo nombró [al primogénito de Tamar] Péretz (Farés). Genesis 38:29

El Mesías desciende de Judá a través del hijo que tuvo con Tamar, Farés. Para entender porqué fue necesario que el Mesías entre al mundo en una forma aparentemente escandalosa, debemos recordar que Di-s sólo creó el mal para que haya libertad de elección. Para que exista libertad de elección, las fuerzas del mal y las fuerzas del bien tienen que estar perfectamente balanceadas.

Cuando la línea mesiánica estaba por entrar al mundo, las fuerzas del mal “argumentaron” que el balance estaba por ser inclinado contra ellas. Por lo tanto, la unión que produciría al ancestro del Mesías tenía que ocurrir de una forma que las fuerzas del mal considerasen benéfica para ellas. Así como en una estrategia militar, un ejército a veces simula retirarse para llevar al enemigo a una posición vulnerable, la fuerzas de santidad aquí concedieron una aparente victoria a las fuerzas del mal en la forma de este acto aparentemente pecaminoso, para prevalecer en última instancia.1