Jacob envió mensajeros a Esaú para informarle que estaba regresando a Canaán y quería hacer la paz con él. Los mensajeros retornaron a Jacob con la noticia de que Esaú se estaba preparando para encontrarse con él con un batallón de guerreros. Jacob adoptó una triple respuesta ante estas noticias: envió a Esaú un generoso regalo para intentar aplacarlo, rezó a Di-s, y se preparó para la guerra por si fuera necesario.
Plegaria Desinteresada
קָטֹנְתִּי מִכֹּל הַחֲסָדִים וּמִכָּל הָאֱמֶת אֲשֶׁר עָשִׂיתָ אֶת עַבְדֶּךָ וגו': (בראשית לב:יא)
[Jacob comenzó su plegaria] “Ya no soy más merecedor debido a todos los actos de bondad y fidelidad que Tu has hecho por mí, Tu servidor.” Genesis 32:11

A pesar de que Jacob ciertamente era consciente de sus muchos méritos, también fue capaz de ponerse por encima de la miopía humana natural y darse cuenta cuán infinitamente endeudados estamos todos con Di-s. Con esta perspectiva, Jacob asumió humildemente que sus méritos eran insuficientes para merecer la protección de Di-s. Por lo tanto, le pidió a Di-s que lo salve a él y su familia no debido a sus propios méritos - a pesar de que era realmente merecedor - sino por Su pura bondad.

Siguiendo el ejemplo de Jacob, siempre que le pedimos algo a Di-s, también debemos apelar solamente a Su bondad y compasión. Si pedimos asistencia basados en nuestros méritos (y todos poseemos ciertamente muchos méritos), la respuesta de Di-s estará limitada al alcance de nuestro merecimiento. Pero cuando humildemente dejamos de lado nuestros méritos, demostrando que nosotros, como Jacob, nos hemos elevado por encima de nuestra miopía natural, Di-s responderá con bendiciones que trascienden el orden natural.1