Moisés les había dicho a los judíos que estaría 40 días completos en el Monte Sinaí, pero ellos contaron erróneamente el primer medio día como uno de los 40. Cuando no apareció en el día que habían calculado, algunos judíos se convencieron que Moisés había muerto y era necesario encontrar un sustituto para él. Sabían que más tarde D-os se comunicaría con ellos a través de figurines de oro en el Tabernáculo (los querubines). Imaginaron que si Aarón hacia un figurín de oro, D-os consentiría en comunicarse con ellos a través de él. A pesar de que Aarón estaba opuesto a esta idea, pensó que, trabajando lentamente, calmaría al pueblo hasta que llegara Moisés. Cuando finalmente salió el Becerro de Oro, algunos lo adoraron como un ídolo.
Las Alturas del Arrepentimiento
וַיַּעֲלוּ עֹלֹת וַיַּגִּשׁוּ שְׁלָמִים וגו': (שמות לב:ו)
They sacrificed [to the calf]. Éxodo 32:6

Ellos sacrificaron [para el becerro]

¿Cómo pudo el pueblo que fue testigo de los milagros de D-os y experimentó Su revelación en el Monte Sinaí, cometer una transgresión tan obvia apenas tan poco después? Es verdad que sólo un pequeño porcentaje del pueblo adoró al becerro, pero incluso esto es difícil de imaginar.

Los sabios del Talmud nos enseñan que en realidad, los judíos en ese momento eran incapaces de pecar. Para permitir que el pueblo se eleve a las alturas del logro espiritual sólo alcanzable a través del arrepentimiento, D-os “forzó” todo el incidente sobre ellos.

A la luz de esto, podemos ver nuestras transgresiones pasadas como oportunidades a través de las cuales podemos escalar alturas espirituales que no podríamos alcanzar de otra forma.1