La razón por la que se ofrendaban sacrificios por faltas involuntarias es que nuestros intereses y aspiraciones más profundas, como también nuestras preocupaciones más íntimas, se revelan específicamente por medio de nuestras acciones impulsivas. Es a través de esas acciones que nuestro ser “inconsciente” sale a la superficie involuntariamente. No necesitamos expiar por el acto en sí, porque fue hecho sin intención. Lo que necesitamos expiar es toda la conducta y laxitud previa que moldeó nuestro ser interno en alguien cuyos intereses corren en contra de la voluntad de D-os hasta que llegó a rechazarla espontáneamente.
A la luz de esto, nuestras acciones involuntarias requieren una expiación más grande que las intencionales, porque las acciones involuntarias indican que tenemos un apego profundo e inconsciente a un tipo de comportamiento que es contrario a la voluntad de D-os. Las malas acciones intencionales no necesariamente indican que sufrimos de esta falla oculta.1
Escribe tu comentario