La humildad no es el resultado de subestimar el verdadero valor de uno. Moisés sabía muy bien que él era una persona extraordinaria que había sido elegida por D-os para sacar al pueblo judío de Egipto y recibir la Torá en su nombre. Sin embargo, Moisés también pensaba que si D-os le hubiese dado esas grandes virtudes a otro, esa persona hubiera sido capaz de alcanzar un nivel aún más alto que el suyo.
La humildad generalmente se malentiende como simplemente la falta de jactancia: somos “humildes” si nos sentimos superiores a otros ¡siempre y cuando no nos jactemos de eso! Sin embargo la verdadera humildad se aprende de Moisés. Debemos ser plenamente conscientes de cualquier grandeza que tengamos, pero debemos atribuirla a D-os en vez de a nosotros mismos. Esto nos permite respetar a otras personas y verlas bajo una luz positiva, siendo que D-os los ha bendecido con sus propias cualidades únicas.1
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