D-os designó a 70 ancianos para asistirlo a Moisés. La esposa de Moisés le comentó a su hermana Miriam que esos ancianos probablemente se separarían de sus esposas, así como Moisés se separó de ella para estar preparado para la profecía en cualquier momento. Al escuchar esto, Miriam junto con Aarón, desaprobaron este comportamiento de Moisés. D-os les dijo a Miriam y Aarón que Moisés había actuado correctamente, dado que tenía que estar pronto en todo momento para la comunicación Divina, lo cual no era el caso de otros profetas. D-os afligió a Miriam con la enfermedad cutánea de tzaraat, la cual resulta específicamente de la calumnia. Moisés rezó por la recuperación de Miriam y D-os la curó.
Verdadera Humildad
וְהָאִישׁ מֹשֶׁה עָנָו מְאֹד מִכֹּל הָאָדָם אֲשֶׁר עַל פְּנֵי הָאֲדָמָה: (במדבר יב:ג)
Moisés era muy humilde, más que cualquier otra persona sobre la tierra. Números 12:3

La humildad no es el resultado de subestimar el verdadero valor de uno. Moisés sabía muy bien que él era una persona extraordinaria que había sido elegida por D-os para sacar al pueblo judío de Egipto y recibir la Torá en su nombre. Sin embargo, Moisés también pensaba que si D-os le hubiese dado esas grandes virtudes a otro, esa persona hubiera sido capaz de alcanzar un nivel aún más alto que el suyo.

La humildad generalmente se malentiende como simplemente la falta de jactancia: somos “humildes” si nos sentimos superiores a otros ¡siempre y cuando no nos jactemos de eso! Sin embargo la verdadera humildad se aprende de Moisés. Debemos ser plenamente conscientes de cualquier grandeza que tengamos, pero debemos atribuirla a D-os en vez de a nosotros mismos. Esto nos permite respetar a otras personas y verlas bajo una luz positiva, siendo que D-os los ha bendecido con sus propias cualidades únicas.1