La orientación espiritual muy elevada pero mal dirigida de los espías hizo que se equivocaran. Los espías querían experimentar la vida y buscar Divinidad libres de las distracciones de lo material. En el desierto el pueblo judío estaba protegido por las Nubes de Gloria, alimentado por el maná y la fuente de Miriam, y todas sus necesidades físicas estaban completamente cubiertas. Dedicaban todo su tiempo al estudio de la Torá, a la meditación y la plegaria. Los espías sintieron rechazo por la idea de entrar al mundo real, donde tendrían que perder tiempo trabajando por el pan de cada día.
La visión de una vida dedicada a expandir nuestra consciencia Divina libre de las distracciones materiales es por supuesto algo admirable. Esta visión nos ha inspirado a lo largo de la historia en el anhelo de la era Mesiánica, cuando la materialidad del mundo no distorsione más nuestro enfoque espiritual.
Sin embargo, este anhelo debe estar balanceado por una sumisión humilde al plan de D-os. El propósito de la vida es vivir dentro de la realidad mundana, revelando la Divinidad oculta en ella. Se puede encontrar la esencia de D-os sólo al entrar al mundo material, al cumplir Sus mandamientos en el plano físico.1
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