Nos enseñan que en el Año Nuevo judío (Rosh Hashaná), D-os dictamina nuestro sustento y salud para el año entrante. Sin embargo, todos los días rezamos por salud, sustento y muchas otras bendiciones divinas. Si todo ya fue decretado en Rosh Hashaná, ¿es realmente necesaria la plegaria diaria?
Este versículo nos da la respuesta a esta pregunta: las bendiciones de D-os nos “persiguen”, como también nos “alcanzan”. En Rosh Hashaná, descienden (“nos persiguen”) todas las bendiciones necesarias para sus respectivos propósitos hasta cierto nivel de realidad, en donde se asientan y esperan hasta poder descender más (“alcanzarnos”) a nuestro mundo físico. Los vehículos para lograr que esas bendiciones desciendan hacia nosotros son nuestra plegaria diaria y nuestra devoción a D-os.1
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