En sentido alegórico, la búsqueda, por parte de los parientes, de vengar la sangre de la víctima representa nuestra propia inclinación al mal. Esta intenta engañarnos para conducirnos al pecado y hacernos sufrir algún tipo de “muerte” espiritual, es decir, la pérdida de intensidad en nuestra vida espiritual. La Redención Mesiánica será nuestro mayor refugio de este perseguidor, porque el futuro Mesiánico habrá de anular toda inclinación al mal. Asimismo, la futura reanudación del servicio en el Templo permitirá alcanzar la expiación a todos aquellos que la necesiten.
Mientras tanto, el estudio de la Torá constituye nuestro refugio ante nuestra inclinación al mal, porque la santidad de la Torá tiene el poder de neutralizar el efecto que tiene el mal sobre nosotros.1
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