La postura de la Torá es que la Creación misma atestigua la existencia del Creador, como también el hecho de que Su poder se encuentra más allá de nuestra capacidad de comprensión. Sin embargo, la noción de que la esencia de D-os no solamente se encuentra más allá de nuestra capacidad de comprensión sino más allá de nuestra capacidad de concebirla no se deduce del examen del mundo; esta verdad debe ser establecida por testigos “externos”.
El testigo de la naturaleza inconcebible de la esencia de D-os es el pueblo judío. A través del estudio de la Torá y el cumplimiento de los mandamientos de D-os, el pueblo judío introduce el mundo a la inefabilidad de la esencia de D-os, logrando así lo paradójicamente imposible, que es expresar aquello que es inexpresable por naturaleza.1
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