Espiritualmente hablando, la circuncisión es la eliminación del “prepucio del corazón”, la capa de apatía y arrogancia que obstruye nuestra verdadera conexión con Di-s. Para circuncidarnos espiritualmente, debemos separarnos de nuestro apego a la autoindulgencia. Generalmente no es tan difícil renunciar a gratificaciones materiales obvias y vulgares. Es más difícil separarnos de apegos más sutiles, cuyo efecto negativo en nosotros puede no ser tan aparente. Por lo tanto, Di-s ha prometido completar el proceso de circuncisión espiritual por nosotros. Este último aspecto de la circuncisión ocurrirá en su sentido más completo recién en la Era Mesiánica.
La circuncisión es el único mandamiento que está sellado en nuestra carne fisica. Es a través de él que todo judío está conectado física e irrevocablemente a Di-s, y por lo tanto tiene el poder para trascender los impulsos materiales y así poder manifestar nuestra verdadera naturaleza Divina.1
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