A pesar de la promesa de Di-s, Abraham y su esposa Sara aún no habían tenido hijos. Por lo tanto Sara le pidió a su sirvienta egipcia, Hagar, que tenga un hijo con Abraham, esperando que en este mérito ella también pudiera concebir. Y efectivamente Hagar concibió rápidamente. Concluyendo de esto que sus méritos espirituales eran mayores a los de su ama, Hagar se burló de Sara, quien entonces le dijo a Abraham que la eche. Hagar dio a luz al primer hijo de Abraham, Ismael. Trece años después, Di-s le dijo a Abraham que había llegado el momento de tener un hijo con Sara, y en preparación para esto, debía circuncidarse.
Circuncidando la Negatividad
בְּעֶצֶם הַיּוֹם הַזֶּה נִמּוֹל אַבְרָהָם וגו': (בראשית יז:כו)
En ese día, Abraham fue circuncidado. Genesis 17:26

Espiritualmente hablando, la circuncisión es la eliminación del “prepucio del corazón”, la capa de apatía y arrogancia que obstruye nuestra verdadera conexión con Di-s. Para circuncidarnos espiritualmente, debemos separarnos de nuestro apego a la autoindulgencia. Generalmente no es tan difícil renunciar a gratificaciones materiales obvias y vulgares. Es más difícil separarnos de apegos más sutiles, cuyo efecto negativo en nosotros puede no ser tan aparente. Por lo tanto, Di-s ha prometido completar el proceso de circuncisión espiritual por nosotros. Este último aspecto de la circuncisión ocurrirá en su sentido más completo recién en la Era Mesiánica.

La circuncisión es el único mandamiento que está sellado en nuestra carne fisica. Es a través de él que todo judío está conectado física e irrevocablemente a Di-s, y por lo tanto tiene el poder para trascender los impulsos materiales y así poder manifestar nuestra verdadera naturaleza Divina.1