La bondad y la hospitalidad que practicaba Abraham en Hebrón estaba en total contraste con la maldad y la inhospitalidad de las ciudades cercanas de Sodoma y Gomorra y sus vecinos. Después que los tres ángeles visitaran a Abraham, Di-s le informó a Abraham que estaba por eliminar esas ciudades, pero Abraham rezó a Di-s en su favor.
Trascendiéndonos
וַיִּגַּשׁ אַבְרָהָם וַיֹּאמַר הַאַף תִּסְפֶּה צַדִּיק עִם רָשָׁע: (בראשית יח:כג)
[Abraham] se adelantó y dijo [a Di-s], “¡¿Destruirás al justo con el malvado?!” Génesis 18:23
Cuando Abraham vio que los ángeles ya se estaban dirigiendo a Sodoma para destruirla, se dio cuenta que tenía que ir contra su carácter naturalmente bondadoso y que no podía andar con rodeos. Tenía que argumentar vehementemente y exigirle a Di-s que anule Su decreto.
Del ejemplo de Abraham aprendemos que cuando se nos presenta la oportunidad de salvar a otra persona, tanto física como espiritualmente, no debemos vacilar. Debemos hacer inmediatamente todo lo que esté en nuestro poder para ir en ayuda de la persona, incluso si eso significa actuar en directa oposición a nuestras disposiciones naturales.1
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