Los sueños de José y el Faraón llevaron al exilio del pueblo judío en Egipto. El exilio fue causado por sueños porque el exilio mismo es como un sueño. En los sueños pueden coexistir situaciones conflictivas y contradictorias. Similarmente, nuestro comportamiento en el exilio parece hipócrita: el altruismo y el egoísmo coexisten casi simultáneamente.
Vivir esta vida espiritualmente inconsistente es potencialmente frustrante. Podemos pensar que estamos siendo deshonestos con nosotros mismos. Considerando todas nuestras faltas, podemos sentir que nuestra conexión con D-os no es real, que nuestros esfuerzos por avanzar espiritualmente son en última instancia inútiles.
La conexión entre el exilio y los sueños nos enseña que a pesar de que nuestras acciones puedan parecer a veces hipócritas, no nos debemos desalentar. Debemos intentar vivir en la forma más consistente posible, no rindiéndonos debido a errores momentáneos. Los efectos de nuestras faltas duran solo hasta que reparamos su daño a través del arrepentimiento. Los efectos de nuestra buenas acciones, en cambio, duran para siempre.1
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