Al ordenarle a su pueblo que dejen “a toda niña vivir”, el Faraón pretendió que las niñas judías fueran criadas como egipcias. Por lo tanto decretó que los varones sean matados físicamente y que las niñas sean matadas espiritualmente. El decreto de arrojar a los varones al Nilo también alude a sumergir a los judíos en la cultura egipcia, dado que los egipcios adoraban al Nilo como fuente de su sustento y cultura.
Egipto es el prototipo de todos los exilios. En todos los exilios, la cultura dominante nos urge a que eduquemos a nuestros hijos a su forma, prometiendo que ese es el camino para lograr el éxito material y social. Tal como en Egipto, el resistir la seducción de dichas promesas y asegurando que nuestros hijos se eduquen para apreciar los valores de la Torá es lo que garantizará su felicidad material, social y espiritual, como también su libertad de las cadenas del exilio.1
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