En el fondo, Moisés no estaba cuestionando la justicia de D-os, sólo estaba buscando comprenderla. Moisés y el pueblo judío habían heredado su fe en D-os de los patriarcas y matriarcas. Esta fe era realmente muy fuerte, pero para ser redimidos de Egipto y recibir la Torá, no era suficiente que su relación con D-os sea una herencia de sus ancestros, tenían que hacerla propia. Recién cuando uno internaliza esta fe y la hace propia, puede esta permear todo su ser.
Irónicamente, la forma en la que transformamos nuestra fe heredada en nuestra propia posesión es por medio de cuestionarla, no por duda o por el mero hecho de cuestionar, sino para comprenderla verdaderamente.
Fue por eso que, en respuesta al deseo de Moisés de entender los caminos de D-os, D-os le dijo que el propósito del exilio era posibilitar que el pueblo alcance un nivel aún más alto de conciencia Divina que la que podrían alcanzar apoyándose únicamente en su herencia de los patriarcas.1
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