Luego de escuchar sobre el Éxodo de Egipto, la partición del mar y la guerra con Amalek, Jetro fue a encontrarse con Moisés y el pueblo judío, que estaban acampando en Refidim, a corta distancia del Monte Sinaí. A pesar de que él ya había renunciado a la idolatría, ahora sintió que era hora de dar el próximo paso y convertirse en judío.
Recibiendo la Torá Cada Día
וַיִּשְׁמַע יִתְרוֹ . . . אֵת כָּל אֲשֶׁר עָשָׂה אֱלֹקִים לְמֹשֶׁה וּלְיִשְׂרָאֵל עַמּוֹ וגו': (שמות יח:א)
Jetró escuchó todo sobre lo que D-os había hecho por Moisés y Su pueblo Israel. Exodo 18:1

La partición del mar, la guerra con Amalek y la conversión de Jetró al judaísmo fueron todos prerrequisitos para la entrega de la Torá.

Debemos revivir estos eventos en nuestras vidas diarias, dado que D-os nos da la Torá nuevamente cada día, otorgándonos del manantial inagotable de la Torá ideas nuevas y superiores sobre la vida. Antes de que esto pueda suceder debemos primero dominar nuestro Amalek interno, es decir, silenciar nuestras dudas sobre la providencia Divina. Luego, debemos convertir nuestro Jetro interno, es decir, conquistar la parte de nosotros que aún prefiere servir a los ídolos de los deseos materiales excesivos.

Pero para poder dar dichos pasos, debemos primero “partir el mar y entrar en él”, es decir, temporariamente sumergirnos totalmente en santidad, a través de nuestras plegarias matutinas y nuestro programa de estudio de Torá. La conciencia Divina que experimentamos de esta forma nos permite aportar una percepción superior en todos los aspectos de nuestras vidas diarias: comer, ganarse el sustento, interactuar con otros, etc. Entonces, cuando nos hagamos tiempo durante nuestro día para estudiar Torá, seremos capaces de descubrir nuevas ideas que la hacen relevante eternamente, escuchando así la voz de D-os del Sinaí en forma diaria.1