D-os nos dio la Torá y sus mandamientos tanto para el beneficio de nuestros cuerpos como de nuestras almas. Sin embargo, dado que nuestro cuerpo (nuestra bestia de carga o “burro”) busca naturalmente su propio confort, es muy propenso a considerar el estudio de la Torá de D-os y el cumplimiento de Sus mandamientos como una carga. Se puede rebelar (“agacharse”), posicionándose como el “enemigo” del alma. Por lo tanto, dado que para muchos de nosotros, nuestra voz del cuerpo es más fuerte que la de nuestra alma, somos propensos a ver inicialmente a la Torá como una carga opresiva.
Esto sólo significa que aún no hemos integrado la Torá a nuestras vidas. Rabí Israel Baal Shem Tov, el fundador del Jasidismo, enseñó que no debemos despreciar al cuerpo debido a su actitud natural. Más bien, debemos trabajar con él, fortaleciendo su salud mientras lo “educamos” para que se dé cuenta que los dictados de la Torá son para su mejor interés. Una vez que nos demos cuenta que la Torá de D-os y Sus mandamientos son nuestra verdadera fuente de vida, nuestros cuerpos los verán como un regalo, uniéndose a nuestras almas en forma entusiasta para su cumplimiento.1
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