No “en él” sino “entre ellos”
D-os nos dijo que hagamos un santuario para que El pueda morar entre nosotros. Hay tres tipos de santuarios incluidos en este mandamiento: el Tabernáculo físico que los judíos construyeron en el desierto; el santuario interno personal que cada uno de nosotros debe construir de nuestras vidas y esferas de influencia en el mundo; y finalmente, el mundo en general que debemos transformar en la casa de D-os.
En los tres casos, la tarea es posible sólo porque estamos simplemente revelando la verdadera naturaleza oculta de la realidad. El mundo en general y todo lo que hay en él, existe sólo debido a la energía Divina que pulsa dentro de él, por lo que para convertirlo en un lugar donde la Divinidad esté revelada sólo es necesario quitar las obstrucciones que ocultan esta realidad. Similarmente, la esencia de cada uno de nosotros es nuestra alma Divina, por lo que hacer de nuestras vidas un Tabernáculo para D-os no es más que permitir que nuestra esencia interna brille a través del bagaje de excesos materiales que se han acumulado durante nuestro viaje de la vida.1
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