El Efod colgaba desde la espalda del sumo sacerdote hasta sus talones, mientras que el Pectoral se apoyaba adelante, frente a su corazón. La “espalda” representa lo que es externo y mundano, los aspectos de la vida que pueden ser necesarios pero no son el foco de nuestra atención principal. En cambio, el “frente” representa lo interno y lo sublime - el verdadero objeto en el cual enfocamos nuestro interés - tal como nuestra cara, que expresa nuestros pensamientos y sentimientos internos, está al frente de nuestro cuerpo.
El hecho de que el Pectoral no debía separarse del Efod significa, entonces, que el sumo sacerdote no tenía permitido tener ninguna brecha entre lo sublime y lo mundano, entre los aspectos esenciales y externos de su vida. Lo que es verdad en nuestros corazones idealistas e inspirados debe expresarse en nuestros “talones”, es decir, en los aspectos mundanos y rutinarios de nuestras vidas.1
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