Además de instalar a los sacerdotes, D-os le dijo a Moisés que instale el altar ungiéndolo y ofreciendo sacrificios específicos sobre él. Una expresión de la santidad del altar es el hecho de que una vez que algo fue puesto sobre él, debe permanecer allí para ser quemado, incluso si ha quedado descalificado para uso como sacrificio
El Poder de la Santidad
כָּל הַנֹּגֵעַ בַּמִּזְבֵּחַ יִקְדָּשׁ: (שמות כט:לז)
[D-os le dijo a Moisés] “Todo lo que toque el altar quedará consagrado.” Éxodo 29:37

Espiritualmente, este principio se aplica a cada uno de nosotros en nuestra relación con la santidad. Incluso si todo lo que hacemos es nada más que “tocar” la santidad - sin llevar la relación más allá que un mero toque externo - nos volvemos sagrados. Una vez que tenemos una experiencia espiritual, cambiamos para siempre. Podemos intentar olvidar, ignorar, o huir de ella, pero nuestro contacto con el ámbito Divino nunca nos permitirá sumergirnos en la vida mundana, tanto sea sucumbiendo a diversiones vacías o intentando mejorar el mundo a través de medios puramente seculares.

Es verdad que la regla de que todo lo que toca el altar queda consagrado se aplica únicamente a cosas que son dignas de ser llevadas al altar. Pero espiritualmente, cada uno de nosotros está dentro de esa categoría, porque cada judío posee santidad intrínseca; el verdadero deseo de todo judío es hacer lo que D-os ordena.1