D-os le dijo a Moisés que haga dos censos del pueblo judío: uno cuando descendió del Monte Sinaí, y otro cuando se erigió el Tabernáculo. En ambos casos, los hombres judíos de 20 años en adelante fueron contados al contribuir cada uno una moneda de medio shékel. La plata recolectada en el primer censo fue usada para hacer las bases de los tablones que constituían las paredes del Tabernáculo. La plata recolectada en el segundo censo fue usada para comprar los sacrificios “comunitarios”, es decir, sacrificios ofrendados en nombre del pueblo judío como un todo. (Los sacrificios privados eran comprados individualmente por la persona que los ofrecía).
Nadie es Más que Medio
זֶה יִתְּנוּ . . . מַחֲצִית הַשֶּׁקֶל בְּשֶׁקֶל הַקֹּדֶשׁ עֶשְׂרִים גֵּרָה הַשֶּׁקֶל וגו': (שמות ל:יג)
[D-os le dijo a Moisés] “Esto es lo que todos deben dar: un medio shékel; [específicamente, medio] shékel del usado para [propósitos] santos, cada cual pesa 20 gueirá.” Éxodo 30:13

El medio shékel era una expresión de unidad judía: rico y pobre por igual daban la misma cantidad. Todos daban sólo medio shékel para enseñarnos que sólo podemos lograr la unidad cuando todos reconocemos que somos sólo mitades. Para ser un shékel completo, debemos unirnos con nuestro prójimo.

Similarmente, somos sólo una “mitad” en nuestra relación con D-os. Los diez poderes del alma - nuestro intelecto y emociones - provienen de y reflejan los diez poderes que D-os usó para crear el mundo y continúa usando para recrearlo constantemente. Cuando canalizamos todos los diez poderes de nuestra alma - cada matiz de nuestro ser - hacia la unión con D-os y el cumplimiento de nuestra misión Divina, alineamos nuestros poderes del alma con los atributos de D-os. Nuestros díez se convierten en veinte, un shékel sagrado.1