La palabra Hebrea para “perdonar” usada en este versículo significa literalmente “cargar” o “levantar”. Basado en esto, Rabí Israel Baal Shem Tov, el fundador del Jasidismo, enseñó que D-os eleva la chispa de santidad en la falta. Nada, ni siquiera un pecado, puede existir a menos que contenga una chispa de santidad. Cuando una persona se arrepiente, D-os eleva la chispa Divina en la falta y la devuelve a su fuente Divina.
Rabí Shneur Zalman de Liadí, el fundador de la rama Jabad del Jasidismo, explicó esta idea de la siguiente forma: Es en realidad imposible elevar un acto pecaminoso; un acto de este tipo es algo malo, y el único tratamiento apropiado es renunciarlo. En cambio, el poder del deseo investido en el acto no es algo malo, porque es posible utilizar este poder para desear tanto el bien como el mal. Cuando nos arrepentimos apropiadamente, despojamos a nuestro poder de desear de su apariencia de mal y lo restauramos a su fuente sagrada.1
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