Cuando el mundo fue creado, la Presencia de D-os reposaba sobre la tierra. Pero las malas acciones de sucesivas generaciones lo expulsaron a ámbitos espirituales cada vez más lejanos. Este proceso comenzó a ser revertido por Abraham, y fue consumado por medio de la construcción del Tabernáculo.
Resulta, entonces, que los siete días de los ritos de instalación devolvieron al mundo a su estado original de completitud y santidad, tal como era durante los siete días originales de la Creación.
Sin embargo, si miramos más profundamente, podemos ver que los siete días de ritos de instalación llevaron al mundo a un nivel mayor de completitud que el que poseía durante los siete días de la Creación. La revelación Divina que acompañó la construcción del Tabernáculo fue capaz de sobreponerse a la oscuridad espiritual que se esparció en el mundo como resultado del alejamiento progresivo de la Presencia Divina, sin mencionar la oscuridad espiritual en la que entró el mundo por el incidente del Becerro de Oro.
Similarmente, enfocando nuestra atención en nuestra misión Divina de hacer de nuestras vidas un “Tabernáculo”, un ambiente donde D-os se pueda sentir como en casa, nos llevamos a un nivel más alto de consciencia Divina que el que poseíamos originalmente. Nuestro retorno a D-os afecta nuestras siete emociones básicas, tal como los ritos de instalación de los sacerdotes tenían que tener lugar durante siete días completos.1
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