Debido a las limitaciones de nuestras mentes humanas finitas, no podemos lograr la consciencia Divina máxima por nosotros mismos. Por lo tanto, D-os reveló Divinidad de una forma que podamos captar al darnos la Torá. Una vez que se logró esto, el próximo paso fue preparar al mundo para absorber la Divinidad que está inherente en la Torá, porque sin preparación de nuestra parte, la revelación Divina no puede ser absorbida en nuestro ser, y consecuentemente no podrá elevarnos de ninguna forma significativa o permanente.
D-os nos dio la Torá a través de Moisés, pero fue Aarón el que hizo que la sociedad fuera receptiva a la Divinidad inspirando a la gente a aspirar hacia una vida espiritual. Fue, entonces, Aarón quien completó el proceso de revelación Divina iniciado por Moisés. Los ritos que hizo Moisés en la instalación del Tabernáculo no revelaron la presencia de D-os; recién los que hizo Aharón lo lograron.
Todos deseamos sentir la presencia de D-os en nuestras vidas. Para que esto ocurra debemos imitar a Aarón: “amar la paz y perseguir la paz; amar a las criaturas y acercarlas a la Torá.”1
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