Aun cuando una emisión no seminal emana del cuerpo del hombre en contra de su voluntad, puede, en ciertos casos, convertirlo en ritualmente impuro. Esto es así porque incluso las emisiones involuntarias son causadas por actitudes impropias que el hombre adoptó voluntariamente.
Similarmente, si una persona pone sus pensamientos repetida y profundamente en nociones negativas, la negatividad puede comenzar a influenciarlo en contra de su voluntad.
Sin embargo, la Torá le ofrece a la persona que sufre de emisiones no seminales la oportunidad de recobrar la pureza ritual, ofrendando el sacrificio apropiado. Lo mismo se aplica a alguien que desafortunadamente se ha sumergido demasiado en formas negativas de pensamiento: nunca debe desesperarse. Incluso si siente que la negatividad está prevaleciendo, siempre puede sobreponerse a ella y recobrar su anterior inocencia.1
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