La palabra hebrea por “santo” (kadosh) significa “separado”, “extraído” y “más allá de”. D-os es absoluta e infinitamente santo, porque en la medida que El creó al mundo, está más allá de él, no limitado por tiempo, espacio o cualquier otro de sus atributos. Por lo tanto, al decirnos que tenemos que ser santos porque D-os es santo, se nos está diciendo que somos capaces de tomar parte de la otredad de D-os, que las alturas de la santidad que podemos alcanzar son infinitas tal como D-os es infinito.
Esto significa que como judíos, tenemos que vivir con la consciencia de que las leyes de la naturaleza no presentan ninguna contradicción a la Divinidad. No hay aspecto de la vida que esté más allá de nuestra capacidad de elevar, en la medida que estemos conectados con D-os y actuemos de acuerdo con Su voluntad. Por lo tanto, podemos “santificar” todos los aspectos de nuestras vidas, incluso los más simples y comunes. Deberíamos considerar todo lo que hacemos como parte de nuestra misión Divina, una forma de traer a D-os al mundo y convertir a este en Su hogar.1
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