Una de las formas de comportamiento prohibido es maldecir a los padres, tanto mientras estén vivos como después de que hayan fallecido.
Honrando a los Padres
כִּי אִישׁ אִישׁ אֲשֶׁר יְקַלֵּל אֶת אָבִיו וְאֶת אִמּוֹ מוֹת יוּמָת וגו': (ויקרא כ:ט)
[D-os le dijo a Moisés que le dijera al pueblo,] “Cualquier hombre que maldiga a su padre o madre debe ser [juzgado y] sentenciado a muerte [por la corte].” (Levítico 20:9)
Honrar a los padres, al menos hasta cierto punto, es el ejemplo clásico de un tipo de comportamiento que parece tan lógico que nos hubiéramos comportado de esa forma incluso si D-os no nos lo hubiera ordenado. No obstante, la razón por la que D-os nos ordena observar dichas reglas es que lo que nos es natural, tanto sea bueno como malo, está limitado por la naturaleza humana. Al convertir un comportamiento evidente en un mandamiento Divino, D-os nos permite ir más allá de nuestra naturaleza. De esa manera la Torá nos libra de nuestras limitaciones humanas, permitiéndonos tomar parte de la infinidad de D-os revelando nuestra esencia espiritual infinita.1
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