D-os le enseñó a Moisés sobre la prohibición de que un sacerdote se impurifique ritualmente tocando un cadáver humano. Las excepciones a esta prohibición son sus parientes cercanos - sus padres, hermanos, hijos y esposa - y un cadáver humano para el que no hay quien lo entierre.
No Eludiendo la Responsabilidad
וְעַל כָּל נַפְשֹׁת מֵת לֹא יָבֹא: (ויקרא כא:יא)
[D-os le dijo a Moisés que un sumo sacerdote] no debe impurificarse ritualmente tocando un cadáver [a menos que no haya nadie que lo entierre].” (Levítico 21:11)

La obligación que tiene el sumo sacerdote de impurificarse ritualmente para enterrar a un cadáver desatendido se aplica incluso en el improbable caso de que dicha situación se presente mientras esté realizando los rituales de los sacrificios de Iom Kipur en el Sanctasanctórum. Si no hay nadie que lo pueda enterrar, el sumo sacerdote debe dejar el lugar más sagrado del Tabernáculo en el día más sagrado del año para hacerlo. Esto nos enseña, en primer lugar, que prestar atención a las necesidades cruciales de otro judío tiene precedencia sobre el preocuparnos por nuestras propias tareas espirituales.

En segundo lugar, a veces encontramos gente que puede ser considerada, figurativamente hablando, un “cuerpo sin vida desatendido”, es decir, personas que no le prestan atención al lado espiritual de la vida y no tienen a nadie que los guíe en ese sentido. En casos así, debemos aprovechar la oportunidad de asistirlos, recordándonos a nosotros mismos que incluso el sumo sacerdote tiene que dejar de lado sus sublimes responsabilidades en el día sagrado de Iom Kipur para enterrar a un cadáver desatendido. A diferencia de él, nosotros tenemos tanto la obligación como el privilegio de no sólo atender a una persona “sin vida”, ¡sino también de revivirla!1