Cada décimo animal nacido entre nuestros bovinos, ovinos y caprinos debe ser ofrendado como sacrificio, y su carne comida por el dueño y su familia. El dueño no tiene permitido sustituir otro animal por el del diezmo, pero si aún así lo hace, ambos animales deben ser tratados como si fueran del diezmo.
Protección Contra Daños
וְאִם הָמֵר יְמִירֶנּוּ וְהָיָה הוּא וּתְמוּרָתוֹ יִהְיֶה קֹּדֶשׁ וגו': (ויקרא כז:לג)
[D-os le instruyó a Moisés que le diga al pueblo judío] “Si [el dueño del animal diezmado] lo sustituye, entonces tanto él como su reemplazo serán santos.” Levítico 27:33

Santificar un animal es algo bueno. ¿Por qué entonces la Torá le prohíbe al dueño sustituir otro animal por el original, si al hacerlo ambos animales quedan santificados?

Cuando alguien diezmaba sus animales, con eso fue levantado de este mundo material y llevado al proceso santo de tener que llevar el animal a Jerusalem y comerlo allí con su familia. Esto le daba la oportunidad de renovar su inspiración religiosa en el Templo Sagrado. La Torá quiere que el dueño aproveche esta oportunidad y la lleve a su conclusión; no que se distraiga por otro animal no consagrado.

Normalmente debemos seguir este consejo también: Si estamos ocupados en una actividad santa, debemos mantenernos enfocados en ella. No debemos sacrificar nuestro momento espiritual por alguna diversión material.

Sin embargo, cuando otras personas están en peligro espiritual, debemos dejar de lado esta prohibición y acercarnos a ellas. En casos así, la Torá nos asegura que D-os nos protegerá. Tanto nosotros como aquellos a los que elevamos a la santidad permanecerán santos.1