La Torá podría simplemente haber dado los detalles de la ofrenda de un príncipe y luego decir que la misma ofrenda fue llevada por los 12 líderes. La razón por la que no lo hace es porque cada príncipe inició el Altar a una forma distinta de elevar el mundo físico e hizo descender un tipo de energía espiritual distinta al mundo, que se correspondía con la naturaleza espiritual de su tribu.
Similarmente, todos recitamos las mismas palabras en nuestras plegarias y hacemos más o menos los mismos mandamientos. Pero al mismo tiempo somos individuos. No sólo tenemos permitido expresar nuestros propios sentimientos e intenciones personales en nuestros rezos y en nuestro cumplimiento de los mandamientos - se nos requiere que lo hagamos.
Es más, tal como la Torá repite las mismas palabras pero cada vez el significado es distinto, así tenemos que tener la intención de darle un nuevo significado a las acciones y palabras que repetimos diariamente. Las plegarias y acciones de cada día deberían reflejar los logros espirituales únicos que hemos logrado desde la última vez que las dijimos o las hicimos.1
Escribe tu comentario