Luego D-os le enseñó a Moisés las leyes relativas a una persona que promete abstenerse de vino por un período de tiempo, y cómo los sacerdotes deben bendecir al pueblo luego de los sacrificios diarios de la mañana. A continuación la Torá regresa a los eventos del primer día en que el Tabernáculo comenzó a funcionar oficialmente. Los príncipes de cada tribu prometieron una serie de sacrificios para inaugurar el Altar. A pesar de que los sacrificios de todos los 12 príncipes eran idénticos, la Torá los enumera a todos por separado.
Mismo Acto, Diferentes Intenciones
וְקָרְבָּנוֹ קַעֲרַת כֶּסֶף אַחַת שְׁלֹשִׁים וּמֵאָה מִשְׁקָלָהּ וגו': (במדבר ז:יג)
La ofrenda [del primer príncipe] consistió de una fuente de plata que pesaba 130 shékels ... Números 7:13

La Torá podría simplemente haber dado los detalles de la ofrenda de un príncipe y luego decir que la misma ofrenda fue llevada por los 12 líderes. La razón por la que no lo hace es porque cada príncipe inició el Altar a una forma distinta de elevar el mundo físico e hizo descender un tipo de energía espiritual distinta al mundo, que se correspondía con la naturaleza espiritual de su tribu.

Similarmente, todos recitamos las mismas palabras en nuestras plegarias y hacemos más o menos los mismos mandamientos. Pero al mismo tiempo somos individuos. No sólo tenemos permitido expresar nuestros propios sentimientos e intenciones personales en nuestros rezos y en nuestro cumplimiento de los mandamientos - se nos requiere que lo hagamos.

Es más, tal como la Torá repite las mismas palabras pero cada vez el significado es distinto, así tenemos que tener la intención de darle un nuevo significado a las acciones y palabras que repetimos diariamente. Las plegarias y acciones de cada día deberían reflejar los logros espirituales únicos que hemos logrado desde la última vez que las dijimos o las hicimos.1