El 20 de Iyar de 2449 D-os dió la señal y el pueblo partió del Monte Sinaí. Además del Arca de oro que contenía el segundo juego de tablas y era transportada con el resto del Tabernáculo, Moisés construyó una segunda arca para contener el primer juego de tablas, rotas. Esta arca era llevada al frente del pueblo, detrás de la nube de D-os que marcaba el camino.
Siguiendo el Arca de la Torá
וַאֲרוֹן בְּרִית ה' נֹסֵעַ לִפְנֵיהֶם וגו': (במדבר י:לג)
El arca del pacto de D-os viajaba delante de ellos. Números 10:33
En todos sus viajes en el desierto, el pueblo judío era precedido por esta arca y por la nube de D-os, que guiaba y limpiaba el camino de obstáculos y animales potencialmente dañinos. Y así ha sido durante la larga historia del pueblo judío: a través de nuestros viajes, siempre que seguimos el “arca” - es decir, la luz de la Torá - hemos encontrado descanso espiritual y físico. Estamos protegidos de los peligros emocionales y físicos del mundo, permitiéndonos encontrar el verdadero propósito de nuestra existencia.1
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