Como consecuencia del incidente de los espías Kóraj concluyó erróneamente que el estudio de la Torá no es intrínsecamente superior al cumplimiento de los mandamientos. Por lo tanto, razonó, una persona que trabaja para ganarse la vida no tiene necesidad de aspirar a momentos de “reconexión” con la espiritualidad. Concluyó, además, que no hay necesidad de una clase de individuos de élite - la tribu de Leví, los sacerdotes y particularmente el sumo sacerdote - que se dedique exclusivamente a la vida espiritual para inspirarnos al resto de nosotros.
Moisés respondió a las demandas de Kóraj diciéndole que un clero dedicado exclusivamente al servicio de D-os es realmente necesario para inspirar a aquellos ocupados por las tareas mundanas, e instruirlos en cuanto a qué es permitido y qué es prohibido. Sin dicha inspiración y guía es muy fácil perder de vista nuestros ideales y terminar como esclavos del materialismo en vez de ser sus amos.1
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