D-os ordenó al pueblo judío permanecer acampando en el límite con la Tierra de Israel durante los diecinueve años posteriores a la rebelión de Kóraj. A continuación, los judíos deambularon por el desierto otros diecinueve años hasta que llegaron al borde del reino de Edom. El 10 de Nisán de 2487 falleció la hermana de Moshé, Miriam. La fuente de agua del pueblo judío —el manantial milagroso que los seguía por el desierto— súbitamente desapareció, porque existía por el solo mérito de ella. D-os luego lo restauró para el pueblo judío en mérito a Moshé.
Hacer lo que no es nuestro trabajo
וְלֹא הָיָה מַיִם לָעֵדָה וַיִּקָּהֲלוּ עַל מֹשֶׁה וְעַל אַהֲרֹן: (במדבר כ:ב)
La comunidad no tenía agua, por lo que se congregaron contra Moshé y Aharón. Numeros 20:2

El alimento nutre el cuerpo, pero el cuerpo necesita agua para absorber los nutrientes de aquel. De forma análoga, el “alimento” del alma es la Torá y su “agua” es la capacidad de la Torá para influir en todas las facetas de nuestra personalidad, a todo tipo de personas y en todos los aspectos de la vida.

Cuando la existencia del pueblo judío en Egipto se halló amenazada, fue Miriam quien aseguró el surgimiento de una nueva generación que habría de continuar la misión de D-os. Alentó al pueblo judío a seguir engendrando hijos y salvó a los recién nacidos del decreto del faraón. Sus esfuerzos por asegurar que la Torá continuara “fluyendo” hacia la siguiente generación dieron origen al manantial, que existía por su solo mérito.

Cuando falleció, Moshé tuvo que asumir el papel de Miriam. Esto nos enseña que cuando otros judíos se hallan en peligro físico o espiritual debemos ir en su ayuda, incluso ofreciendo un tipo de asistencia que no sea nuestro fuerte. Cuando ayudamos a los demás, D-os a su vez nos ayuda en todas nuestras necesidades.