Originalmente D-os había prometido a Abraham los territorios de diez naciones: siete ubicadas en Canaán y tres, al este del río Jordán. En ese momento el pueblo judío solo tenía por misión conquistar la tierra de Canaán, y dejar el margen oriental del río Jordán para la Era Mesiánica. Sin embargo, como Edom y Moab les habían negado el paso, el pueblo judío tuvo que ingresar a Canaán por los territorios cuya posesión D-os había prometido para el futuro. Así, las circunstancias permitieron la conquista de gran parte de esas tierras antes de entrar en Canaán. El orden planteado originalmente se invirtió, y comenzaron a consumar el futuro antes de realizar el presente.
La nueva generación no reclamó el envío de espías ni cuestionó el liderazgo de Moshé. Como habían crecido inmersos en la presencia de D-os y sus enseñanzas en la “academia” del desierto, no sometían su conexión con D-os a la aprobación del intelecto humano.
De manera análoga, si aspiramos incondicionalmente a cumplir con nuestra misión divina, concentrados en nuestro objetivo final y llenos de optimismo, D-os nos dará la oportunidad de hacer realidad nuestros sueños y nos conducirá hacia la Redención final.
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