Los caminos que llevaban a las ciudades de refugio debían ser anchos y despejados, de forma tal que quienquiera necesitara usarlos pudiese hacerlo con facilidad. También se colocaban señales en cada cruce de caminos para indicar claramente el rumbo hacia dichas ciudades de refugio.
Del mismo modo, D-os mantiene el camino hacia el estilo de vida de la Torá (nuestra “ciudad de refugio” espiritual) abierto, accesible y despejado para cada uno de nosotros. Además, nos va enviando indicios y señales para ayudarnos a encontrar el rumbo correcto en la vida.
Sin embargo, para poder escuchar la voz de D-os con más claridad debemos ayudar a los demás a encontrar la dirección correcta en sus vidas. Todos debemos considerarnos “señales de tránsito” cuyo trabajo es señalar a los demás la dirección de la vida y la bondad. Cuando D-os nos ve indicar el camino a los demás, Él nos indica el nuestro con más claridad.
En sentido ideal, debemos intentar ser más que “señales de tránsito” inanimadas que ayudan solamente a quienes se acercan en busca del camino correcto. Podemos ser señales vivientes y acercarnos a nuestros prójimos para ayudarlos y, si es necesario, hacerlos conscientes del hecho de que una vida sagrada y divina debe ser la más importante de sus búsquedas.1
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