Esta “reverencia” se refiere al temor a que D-os nos vea hacer algo que nos avergonzaría que nos viera hacer. Esa conciencia permanente de vivir ante la presencia de D-os puede haber sido fácil para Moshé, pero ¿cómo pudo suponer que sería fácil para el resto de nosotros?
La respuesta es que, en realidad, cada judío contiene en su interior una “chispa” de Moshé. Cuando revelamos nuestro Moshé interno, el temor a D-os se vuelve realmente algo relativamente simple de lograr.
Nuestro Moshé interior es nuestra habilidad innata de alcanzar niveles profundos de conciencia divina. El hecho de contar con esta chispa interior nos permite a todos contemplar y meditar sobre la presencia de D-os en el mundo, percibir que Su Ser está absolutamente más allá del mundo, y despertar así a una conciencia profunda de Su presencia. A pesar de que no podamos sostener esta conciencia todo el tiempo, la profunda huella que dejará en nosotros su intensa contemplación hará relativamente “fácil” volver a despertarla en cualquier otro momento.1
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