Moshé urgió al pueblo judío a reconocer que D-os da a elegir entre el bien y el mal. De la elección que adopten resultará una vida de bendiciones u otra de maldiciones.
Ver y creer
רְאֵה אָנֹכִי נֹתֵן לִפְנֵיכֶם הַיּוֹם בְּרָכָה וּקְלָלָה: (דברים יא:כו)
[Dijo Moshé al pueblo judío en nombre de D-os:,] “Ved, hoy pongo ante vosotros la bendición y la maldición.” Deuteronomio 11:26

Una maldición divina es en realidad una bendición que resulta demasiado grande como para revelarse en nuestro limitado mundo y debe, por lo tanto, “disfrazarse” de maldición. Nuestro desafío es verla desde esta perspectiva en lugar de caer en la trampa de enojarnos con D-os. Se infiere de esto que el dolor y la negatividad existen con el fin de darnos libre albedrío, y este existe a su vez para permitirnos ser merecedores de las recompensas por nuestras elecciones y que no nos sintamos indignos de las bendiciones que nos otorga D-os.

Cuando reconocemos que el mal existe exclusivamente para darnos la libertad de rechazarlo, la lucha contra él se vuelve mucho más sencilla.1