Esta directiva implica que los hombres deben buscar realizar todo su potencial dado por D-os como hombres, y las mujeres deben buscar realizar todo su potencial divino como mujeres, de acuerdo con los lineamientos de la Torá para la superación personal. A pesar de que todos poseemos cualidades masculinas y femeninas, nuestro género biológico indica claramente cuáles son las cualidades que debemos manifestar en primer término.
La verdadera “igualdad de derechos” consiste en manifestar el potencial que nos ha dado D-os en absoluta libertad de toda presión social por ser lo que no somos. Cuando una mujer erróneamente concluye que se debe comportar como un hombre y seguir su camino, está afirmando de manera implícita que las mujeres son intrínsecamente inferiores a los hombres, y a consecuencia de esto siente que, para cultivar su autoestima, debe competir con ellos. La Torá prohíbe semejante agravio a la condición de la mujer; por el contrario, celebra y valora su femineidad, y la alienta a desarrollar sus cualidades femeninas innatas. De esta forma, las mujeres pueden hacer una contribución única y crucial a la sociedad, y acercar el mundo a la suma realización divina.1
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