Esta ley puede interpretarse de modo tal de aplicarla a una pareja de recién casados que se embarcan en el emocionante desafío de construir un hogar. La Torá brinda consejo a la pareja que comienza una etapa de la vida con responsabilidades y tareas que nunca han enfrentado antes. Esta nueva e intensificada focalización en el mundo físico representa un “descenso” comparado con sus anteriores vidas de solteros; por lo tanto, corren el riesgo de caer de su anterior nivel espiritual a menos de adoptar medidas preventivas.
Es por ello que deben “hacer una baranda”, es decir, comprometerse a nuevos resguardos espirituales en la observancia de los mandamientos de la Torá, y no confiar solo en los resguardos que tenían antes. Mantener y aumentar el estudio de la Torá y el cumplimiento de sus mandamientos es lo que asegura que la euforia del día del casamiento continúe a lo largo de la vida de casados.1
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