Moshé dijo al pueblo judío que para merecer el amor incondicional de D-os, ellos debían amarse unos a otros de manera incondicional. Es por ello que reunió a todos para sellar el Pacto entre ellos y D-os.
Cómo amar a los demás
אַתֶּם נִצָּבִים הַיּוֹם כֻּלְּכֶם לִפְנֵי ה' אֱלֹקֵיכֶם רָאשֵׁיכֶם שִׁבְטֵיכֶם זִקְנֵיכֶם וְשֹׁטְרֵיכֶם . . . מֵחֹטֵב עֵצֶיךָ עַד שֹׁאֵב מֵימֶיךָ: (דברים כט:ט–י)
[Dijo Moshé al pueblo judío:] “Vosotros estáis de pie hoy ante D-os, los líderes de sus tribus, sus ancianos, sus policías ... desde sus leñadores hasta sus aguateros.” Deuteronomio 29:9-10

¿Cómo podemos unirnos realmente? Después de todo, algunos somos “líderes” mientras que otros somos “aguateros”... ¿Qué pueden tener en común judíos pertenecientes a tan amplio espectro social?

La respuesta tiene tres aspectos. En primer lugar, ¿quién establece quién se halla más arriba en la escala de logros? Las apariencias engañan, y por otra parte tendemos a sobrevalorarnos y desvalorizar a los demás. Segundo: aunque nos hayamos evaluado correctamente, el hecho de destacarse en un aspecto particular de la vida no significa que no existan otros aspectos de la vida en los que sobresalgan los demás. De una u otra forma, todos somos líderes; por lo tanto, nuestro éxito colectivo depende de la contribución única y especial de cada judío.

Tercero: la diferencia entre el Creador y una criatura humana —quienquiera sea esta— es infinita. El reconocimiento de nuestra pequeñez frente a la realidad absoluta de D-os elimina todo sentimiento de superioridad que podamos experimentar sobre otras personas.

Al considerar estas tres perspectivas resulta evidente que es posible estar juntos y unidos, no solo con sentimientos de amor entre nosotros sino con un comportamiento que atestigüe la veracidad de esos sentimientos.1