Nada tiene de malo la riqueza en sí en la medida en que tomemos las precauciones necesarias para asegurarnos mantener la perspectiva apropiada. Debemos responder al desafío de la riqueza esforzándonos aún más por depurar nuestra naturaleza animal/humana, y cuidar de no dejarnos tentar en exceso por las gratificaciones mundanas, tanto sean materiales como culturales. Con esta actitud podremos luego dedicarnos a depurar también el mundo y hacer que la luz de la Torá brille hacia afuera1 , porque habremos de emplear la bendición de la riqueza para el propósito previsto: apoyar y promover el estudio de la Torá y la diseminación del judaísmo.2
Si encontramos a alguien que se ha vuelto “gordo y se rebeló”, no debemos perder las esperanzas, dado que aún el judío menos desinteresado sigue siendo un judío en el fondo de su corazón, y la luz de la verdad logra atravesar las más sólidas de las barreras.3
Únete a la charla