Es la advertencia con la cual se nos previno de no causar aflicción uno a otro con palabras; esto es: que le digamos cosas que le causen dolor o vergüenza, de las que no pueda recuperarse —por ejemplo, que le precedieron actos de juventud (errados) de los que se arrepintió, y le digamos: 'Gracias a Di-s que te llevó de tal senda a este buen camino', y todo similar de expresiones peyorativas por anomalías que causan dolor—.
Es lo que El, exaltado sea, dijo: No afligirán uno a su semejante, y temerás de Di-s. Dijeron: "Esto es honaat devarím, aflicción con palabras".
En expresión del Sifrá: "Cuando El dice No afligirán uno a su semejante — la aflicción con palabras está dicha. ¿Cómo es? Si se trataba de un penitente, que no le diga: 'recuerda tus actos anteriores...; si padecía enfermedades,..; si vio burreros...; que no diga 'ten cuánto (vendes) este objeto...".
Y dijeron: "Es peor la aflicción con palabras que la aflicción con dinero, pues en la aflicción con palabras El dice: y temerás de Di-s".
Las leyes de este precepto han sido explicadas ya en el Capítulo Cuarto (del Tratado Talmúdico) de Babá Metziá.