Es el precepto con el cual se nos ordenó Su amor, exaltado sea. Es: que meditemos y contemplemos acerca de Sus preceptos, ordenanzas y obras, a fin de que Lo comprendamos y disfrutemos con la comprensión de El, el máximo deleite. Este es el amor preceptuado (a nosotros).
Dice el Sifrí: "Puesto que fue dicho: Y amarás al Señor tu Di-s, ¿sé yo cómo he de amar al Omnipresente? Para enseñármelo fue dicho: Y serán las palabras éstas, que Yo te ordeno hoy, sobre tu corazón — pues de ello conoces tú a Quien dijo y (con Su palabra) surgió el mundo".
Te hemos explicado, pues, que con la contemplación llegarás a la comprensión, se encontrará en ti el goce, y sobrevendrá, inexorablemente, el amor.
Ya han dicho que este precepto incluye también que llamemos a todas las personas a Su servicio — exaltado sea— y a la fe en El, puesto que si tú amas a alguien, lo alabarás y elogiarás, y exhortarás a la gente a su amor —esto es a modo de ejemplo—. Así también, si has de amar a Di-s con verdad según lo que llegó a ti de la comprensión de Su veracidad, pues entonces, sin duda, exhortarás a los necios y a los tontos al conocimiento de la verdad que tú ya sabes.
Dice el Sifrí: "Y amarás al Señor — hazlo amado a las criaturas, como (lo hizo) tu padre Abraham, pues fue dicho: Y al alma que hicieron en Jarán". Es decir: tal como era Abraham, quien por cuanto que amaba—según atestiguó el versículo: simiente de Abraham, quien Me amó— llama a la gente a la fe con la intensidad de su comprensión debido a su gran amor a El, así has de amarlo tú hasta que (a causa de ese amor) llames a la gente a El.