No obstante, la esencia y el ser del Alma Divina, que son sus diez facultades, no mantienen una soberanía y dominio indisputable sobre "la pequeña ciudad", salvo en momentos específicos, tales como cuando se recita el Shemá o la Amidá. En ese momento [de plegaria] el Intelecto Supremo en lo Alto se encuentra en un estado sublime; también abajo, [en el mundo físico,] el momento [de la plegaria] es propicio para cada hombre [para ascender a niveles espirituales superiores]. En ese momento, [el beinoní] liga su JaBaD a Di-s, meditando profundamente acerca de la grandeza del bendito Ein Sof, y estimulando [con su meditación] un ardiente amor [a Di-s] en el lado derecho de su corazón, [amor éste que lo lleva] a [querer] unirse a El por medio del cumplimiento de la Torá y sus mandamientos por amor. Este [estímulo de amor a Di-s y su subsiguiente resolución de adherirse a la Torá y a las mitzvot y con ello unirse a Di-s] es el concepto esencial del Shemá que el mandamiento bíblico (deOraita) nos ordena recitar; del mismo modo, las bendiciones que preceden y que siguen [al Shemá], rabínicamente ordenadas (deRabanán), son un preparativo que nos permite cumplir [aquello que recitamos en] el Shemá, como se explica en otra parte.
En ese momento, el mal del lado izquierdo de su corazón está sometido al bien que se extiende por el lado derecho del corazón [proviniendo] de las facultades de JaBaD del cerebro que están unidas [en la meditación] a la grandeza del bendito Ein Sof, y es anulado por éste [bien]. Después de la plegaria, sin embargo, cuando el intelecto del bendito Ein Sof ya no está más en un estado de sublimidad, el mal [del Alma Animal] en el lado izquierdo del corazón vuelve a despertarse, y él [—el beinoní—] siente [una vez más] deseo por las apetencias y los placeres de este mundo.