Del mismo modo, la vestimenta externa del Alma Divina de la persona que cumple y practica el mandamiento —es decir, su facultad de acción—, se inviste en la vitalidad de la ejecución de la mitzvá, y así también, en consecuencia, se vuelve como un cuerpo para el alma en relación con la Voluntad Divina y está totalmente sometida a la Voluntad Divina. De esta manera, aquellos órganos del cuerpo humano que cumplen la mitzvá —es decir, aquellos órganos en los cuales la facultad de acción del Alma Divina está investida durante la ejecución y el cumplimiento de la mitzvá—, también ellos se transforman en una verdadera "carroza" (vehículo) para la Voluntad Divina. Por ejemplo, la mano que distribuye caridad a los pobres, o cumple con otro mandamiento [se vuelve, en el acto de cumplir la mitzvá, un vehículo de la Voluntad Divina]. Similarmente, los pies que caminan con el fin de cumplir una mitzvá, o la boca y la lengua que hablan palabras de Torá, o el cerebro meditando en [cosas de] la Torá o del temor al Cielo, o acerca de la grandeza de Di-s, bendito sea. Esto es lo que [han querido decir] los Sabios [cuando] expresaron que "Los Patriarcas son verdaderamente la carroza [Divina], porque todos sus órganos eran completamente sagrados y estaban apartados de los asuntos mundanos, y durante todas sus vidas no sirvieron de vehículo [a ninguna otra cosa] sino a la Voluntad Divina exclusivamente.