Pero los diez atributos —jojmá, biná, dáat, etc.— son la raíz y la fuente del pensamiento y, antes de investirse en la vestimenta del pensamiento, todavía no tienen el elemento de las letras. Por ejemplo, cuando un hombre [repentinamente] toma conciencia en su corazón de un determinado amor o deseo, antes de que éste se eleve del corazón al cerebro para meditar y recapacitar acerca de él todavía no ha adquirido el elemento de letras; se trata sólo de un deseo puro y un anhelo del corazón por el objeto de su afecto. Con más razón es así antes de haber comenzado a sentir en su corazón un anhelo y deseo por esa cosa, cuando [este sentimiento] aún estaba restringido al plano de su intelecto (jojmá), entendimiento [relacionado con biná] y comprensión (dáat), es decir, que para él era cosa sabida que aquello era deseable y gratificante, algo bueno y placentero de lograr y de apegarse a ello —como ser por ejemplo, estudiar una cierta disciplina o comer cierta exquisitez—. Sólo después de que el deseo y anhelo han descendido a su corazón [convirtiéndose en emociones] por el estímulo de su sabiduría, entendimiento y comprensión, y sólo después de haber ascendido nuevamente del corazón al cerebro para pensar y meditar cómo implementar su deseo en la práctica, obtener esa comida o estudiar ese tema concretamente, es únicamente llegado a este punto, [al aplicar el pensamiento para implementar los deseos,] que nacen "letras" en la mente de la persona, letras que son según el idioma que cada una de las naciones emplea al hablar y al pensar acerca de todo el mundo.