Ahora bien, la naturaleza del orden Divino no es como la del ser [humano] de carne y sangre. Cuando un hombre dice algo, el aliento de la palabra hablada puede ser sentido, y es percibido como una entidad independiente separada de su fuente, su saber, las diez facultades [intelectuales y emocionales] del alma misma. Pero el habla de Di-s no está, Di-s libre, separada de Su Ser Divino, porque no hay nada fuera de El y "ningún lugar está vacío de El". Por lo tanto, Su habla no es como nuestro habla, Di-s libre, [así como Su pensamiento no es como nuestro pensamiento, como está escrito: "Pues Mis pensamientos no son como vuestros pensamientos", y también está escrito: "Así son Mis sendas más altas que vuestras sendas [y Mis pensamientos más altos que vuestros pensamientos]"]. La palabra de Di-s es llamada "habla" únicamente a efectos ilustrativos [de su cualidad de revelación]: tal como el habla de la persona revela a quienes escuchan lo que estaba escondido y oculto en sus pensamientos, así también la exteriorización de la luz y la fuerza vital del Ein Sof de su ocultamiento [antes de la Creación] hacia la revelación [en el acto de Creación], con el fin de crear y animar los mundos, es llamada "habla". Estas [revelaciones de luz y fuerza vital Divina] son las diez Aserciones Divinas [registradas en la Torá], con las cuales fue creado el mundo. Del mismo modo [son las demás palabras de] toda la Torá, los Profetas y las Sagradas Escrituras que los Profetas han percibido en su visión profética.

Por lo tanto, la palabra y el pensamiento de Di-s —para decirlo de alguna manera— están unidos a El en una unión absoluta, tal como lo están la palabra y el pensamiento del hombre [antes de expresarlos como palabra o pensamiento concretos,] mientras están todavía en su facultad de sabiduría e intelecto, o [como existen] en un deseo o anhelo que [todavía] se encuentra en su corazón, antes de su ascenso del corazón hacia el cerebro para meditar acerca de ellos con las letras del pensamiento. En aquel momento, las letras de su palabra y pensamiento, que devienen de aquel anhelo y deseo, estaban todavía en un estado potencial en el corazón, donde se encontraban absolutamente unificadas con su fuente, a saber, la sabiduría y el intelecto en el cerebro, y el anhelo y deseo en el corazón.